01 noviembre 2011

el Sarmiento

  Ayer viajé a Padua ida y vuelta en tren, en el Sarmiento más precisamente, conecta la Capital con el Oeste saliendo de Once hasta Moreno, y después tiene varias ramificaciones que llegan a lugares más lejos todavia...
  Hacia mucho, pero mucho tiempo que no me subia. La ida fue muy amena, el solcito acompañaba, habia asientos por doquier y hasta la mayoría de la gente tenía un temple alegre. Son 40 minutos de viaje, tiempo sificiente para escuchar la mitad de un disco, para dormir una siestita o para leer mucho.... Yo elegí leer, estoy estudiando, así que aproveché mi tiempo.

  Después de haber pasado una tarde fenomenal con mi vieja, de muchos cafés y charlas y risas, emprendí la vuelta. Esta vez iba cargada con montones de paquetes, latas de comida, un cuadro antiguo, libros y algo de ropa. Es así, todo el tiempo tengo cosas para traerme. A la vuelta, el tren llegó cargadísimo, las caras de la gente reflejaban algo que nos pasa a todos los que odiamos la rutina pero que igual cumplimos, la culminación del domingo sólo significa que al otro día hay que ir a trabajar y arrancar devuelta la semana, si eso no es motivo de tristeza, por favor deme la receta aquel que no lo padezca. Obvio que nadie se dignó a darme el asiento, como si la caballerosidad existiera en ese medio... El sumum del viaje llegó cuando la piba sentada enfrente mío hizo sonar en su celular cumbia de la más villera para todos los que viajaban en ese vagón, y de pronto el pibe sentado atrás mío, para no ser menos también hizo sonar su celular, pero éste con música ricotera. Y de pronto, hacia mi derecha, una mujer que iba parada se puso a leer en vos alta! Así que tuve como 20 minutos de viaje con esa "sinfonía" de sonidos... Qué pasó con el respeto hacia el otro? Dónde quedaron los modales? Qué pasó con los auriculares?!?!?!?!?!?!?!!??!!?!?!?!?!?!? Estarán pensando que por qué no les pedí que los apagaran o que al menos bajaran el volumen, ya que estaba en todo mi derecho de hacerlo como ciudadana, no? Estuve apunto de abrir la boca, cuando alguien se me adelantó, y quizás fue un toque brusco el señor, porque el pedido fue algo así como, " podés apagar esa mierda de música?!! Quiero dormir loco!! " a lo que la piba contestó enérgicamente con un "qué batís loco! no me digá qué hacer y no te metas con la música!!" y dijo unas cuantas guasadas, que no viene al caso repetir, y por supuesto el señor le contestó otras tantas y así pasaron como diez minutos más pero la música nunca dejó de sonar hasta que la piba llegó a su destino, creo que Floresta, y a partir de ahí sólo se escuchó música ricotera.
  Luego de esto recordé con gran entusiasmo y satisfacción el vivir en la Capital, y saber que ya no estoy obligada a viajar en ese puto tren todos los días.

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